¿QUÉ ES?
La hepatitis aguda es una
enfermedad hepática causada por el virus de la hepatitis A. Este virus se
transmite principalmente cuando una persona que no está infectada y no está
vacunada come o bebe algo contaminado por heces de una persona infectada por
ese virus.
Esta patología está vinculada con
la falta de agua salubre, la mala higiene personal y un saneamiento deficiente.
CAUSAS
Se conocen numerosas causas, como
infecciones por virus, bacterias o parásitos; trastornos de tipo autoinmune;
lesiones debidas a la interrupción de la irrigación sanguínea normal del
hígado; traumatismos; presencia en el organismo de determinadas drogas,
toxinas, medicamentos, etc; y presencia de trastornos de tipo hereditario como
fibrosis quística o enfermedad de Wilson.
TRATAMIENTO
En la mayoría de las personas no es
necesario ningún tratamiento especial, aunque las que padecen una hepatitis
aguda excepcionalmente grave requieren hospitalización. Después de los primeros
días, la persona suele recuperar el apetito y ya no tiene que permanecer en
cama.
Las personas con hepatitis no deben
consumir alcohol hasta estar totalmente recuperadas. A veces es necesario que
el médico interrumpa la administración de un fármaco o reduzca su dosis, cuando
este, debido a la incapacidad del hígado infectado para procesarlo , se acumula
en el organismo con riesgo de alcanzar concentraciones tóxicas. Por lo tanto,
la persona debe informar al médico de todos los fármacos que está tomando para
que este realice los ajustes de dosis que sean necesarios.
Si la hepatitis B provoca una
hepatitis muy grave, los fármacos antivíricos pueden ser de ayuda. Sin embargo,
el trasplante de hígado es el tratamiento más eficaz y posiblemente, la única
esperanza de supervivencia.
SÍNTOMAS
La hepatitis vírica aguda puede dar
lugar a cualquier cuadro clínico, desde una gripe hasta una insuficiencia
hepática mortal, aunque a veces cursa de forma asintomática. La gravedad de los
síntomas y la velocidad de recuperación varían considerablemente en función del
tipo de virus y de la respuesta de la persona a la infección. La hepatitis A y
la hepatitis C suelen cursar con síntomas muy leves o ser asintomáticas y
pueden pasar inadvertidas, mientras que las hepatitis B y E producen síntomas
graves con mayor probabilidad. La infección simultánea por los virus de la
hepatitis B y D (llamada coinfección) hace que los síntomas sean aún más
graves.
Los síntomas suelen aparecer
repentinamente y son, entre otros, falta de apetito, náuseas, vómitos y a
menudo fiebre y dolor en la parte superior derecha del abdomen (donde está
localizado el hígado). En las personas fumadoras, el rechazo hacia el tabaco es
un síntoma típico.
Por lo general, entre 3 y 10 días
después, la orina suele volverse oscura y aparece ictericia (coloración
amarillenta de la piel y de la parte blanca de los ojos, ver Ictericia en
adultos); síntomas que se deben a la acumulación de bilirrubina en la sangre.
La bilirrubina es el principal pigmento de la bilis, el líquido digestivo
amarillo-verdoso producido por el hígado.
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