¿QUÉ ES?
La ataxia es un
trastorno cuya principal manifestación es la disminución de la capacidad para
coordinar los movimientos. Se produce por una alteración en el correcto control
de las fuerzas entre los músculos antagónicos (que son los que realizan
funciones contrarias para hacer posible un movimiento determinado, como la
flexión y la extensión), y se caracteriza porque las personas afectadas tienen
dificultades para mantener el equilibrio de la postura corporal y para realizar
movimientos de precisión con las extremidades.
La ataxia no se
considera una enfermedad en sí misma, sino que se trata de un síntoma
característico de múltiples procesos degenerativos que presentan además otras
muchas alteraciones. Por lo tanto, el término ataxia puede utilizarse
indistintamente para referirse a un síntoma, o para nombrar a una enfermedad
degenerativa del sistema nervioso que cursa con este fenómeno.
CAUSAS
Se produce
generalmente por trastornos que alteran la función del cerebelo, o porque
existe alguna irregularidad en las vías principales que conducen los impulsos
nerviosos hacia dentro o hacia fuera de éste.
El cerebelo es
una región del encéfalo situada en la fosa craneal posterior, por debajo del
lóbulo occipital, cuya función principal es coordinar los movimientos para que
éstos sean precisos y fluidos. Este órgano procesa la información proveniente
de diferentes áreas del cerebro, de la médula espinal y de los receptores
sensoriales, la integra y, finalmente, controla las órdenes que la corteza
cerebral manda al aparato locomotor a través de las vías motoras. De esta
forma, permite la realización de movimientos coordinados y uniformes.
Las causas de
ataxia son muy variadas. Cuando aparece de forma brusca, los principales
desencadenantes son traumatismo craneoencefálico; accidente cerebrovascular
(ictus); absceso cerebral; infecciones víricas; procedimientos quirúrgicos;
alcohol; y consumo de ciertas drogas o sustancias tóxicas (fenitoína,
barbitúricos, litio).
Cuando la ataxia
aparece de forma gradual las causas más frecuentes son alteraciones genéticas;
déficits hormonales como el hipotiroidismo; déficit vitamínicos, como el de
vitamina B12 o vitamina B1; alcohol; exposición a ciertas drogas o productos
químicos, como el mercurio; tumores cerebrales; anomalías congénitas del
cerebro o del cerebelo; y enfermedades neurológicas degenerativas, como por
ejemplo la esclerosis múltiple o la parálisis cerebral.
SÍNTOMAS
Los síntomas van
a variar dependiendo del tipo de ataxia y de la severidad de la misma. En
algunos casos, en las ataxias que aparecen asociadas a determinadas lesiones o
enfermedades, los síntomas pueden mejorar con el tiempo, o incluso llegar a
desaparecer.
La ataxia afecta
a la coordinación de los movimientos, pudiendo producir dificultad para la
realización de movimientos voluntarios de forma coordinada y precisa; dificultad
para caminar y para mantener el equilibrio en bipedestación; dificultad para
articular las palabras al hablar; disfagia (dificultad para tragar), lo que
puede producir atragantamientos y asfixia; menor expresividad facial; temblor;
nistagmo (movimientos oculares rápidos, involuntarios, rítmicos y repetitivos;
pueden ser verticales, horizontales o circulares); pie cavo (pie con excesivo
arco plantar); problemas de visión; problemas de audición; y depresión, debido
a las alteraciones de la calidad de vida de los pacientes por los síntomas
anteriormente descritos.
TRATAMIENTO
Para tratar los
problemas de coordinación y equilibrio se pueden utilizar dispositivos como
bastones, muletas, andadores o sillas de ruedas, los cuales permiten al
paciente alcanzar una mayor independencia y autonomía, mejorando así su calidad
de vida.
Los síntomas
como el temblor, la rigidez, el aumento del tono muscular que provoca que
algunos músculos se mantengan permanentemente contraídos, la debilidad
muscular, u otras manifestaciones, pueden necesitar tratamiento farmacológico,
quirúrgico, terapia física dirigida, terapia del habla o un asesoramiento
adecuado.
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